El apagón eléctrico que vivió Cataluña después de la Transición y que tuvo un entramado político desconocido y oculto: durante horas
Era octubre de 1987 cuando en gran parte de Cataluña la electricidad dejaba de funcionar, sin saber que, detrás, había muchas cosas que no quisieron que saliesen a la luz

Apagón en Barcelona
Publicado el
5 min lectura
Doce, diez, o en algunos municipios, casi más. Esas son las horas, más o menos, que han estado sin luz y sin electricidad muchos lugares de España tras el apagón eléctrico. Este 28 de abril quedará, sin duda, marcado en la historia de nuestro país.
Eran las doce y media, aproximadamente, cuando España se quedaba sin luz y sin comunicaciones, tal y como habría pasado en un escenario distópico propio de una novela de Saramago. Y lo que parecía que duraría un abrir y cerrar de ojos, se alargó hasta bien entrada la medianoche.
Lo único a lo que podían agarrarse los españoles, y quienes lo tuvieran, era a un viejo transistor o radio a pilas, por donde mantenerse informados. El resto, información inconclusa y confusa, bulos, y mucho miedo.
Casi seis horas después, Pedro Sánchez daba la cara y hablaba de lo que estaba pasando, aunque, en realidad, no dio causas ni tiempos para arreglar lo que quiera que hubiera ocurrido. La información seguía estando enredada por la tarde noche pero, según afirmaba Red Eléctrica, no se esperaban muchas horas más de incidencia.
Aunque poco a poco fue volviendo en los diferentes municipios españoles, las diez horas de apagón se cumplieron, y eso sumió a la población en una situación tremendamente vulnerable. Conclusiones puede haber varias, y quizá no sea el momento de exponerlas, pero más allá de la dependencia de la electricidad, debería haber una lectura algo más extensa de cómo se gestionan estas crisis.
Y, puede ser, que no sea la última que vivamos ni, mucho menos, un apagón. Porque como estos ha habido varios a lo largo de la historia, y conviene repasarlos.
El apagón de Barcelona que se extendió a más comunidades
Octubre de 1987, España llevaba apenas diez años de democracia y poco a poco se iba adaptando a las nuevas leyes y a los pasos hacia adelante que daba el país. Todo había cambiado y era algo a lo que había que acostumbrarse.
Era entonces cuando, en Barcelona, se apagaba un 14 de octubre la luz. Aquellos que pensaban que se habrían saltado los plomos en su casa o que habría habido, como mucho, un problema del barrio, se sorprendían al ver que era toda la ciudad la que carecía de electricidad.
Es una imagen aterradora, porque cuando el problema es pequeño, la solución suele ser inmediata y hay salida pero, cuando afecta a todos, la incertidumbre se convierte en una nube negra que no se disipa.

Imagen de la autovía C31 a su entrada por Barcelona a primeras horas de la madrugada del Martes tras el apagón eléctrico sucedido en la Península Ibérica
Y aquel 14 de octubre de 1987, en plena noche, es lo que sintieron muchos vecinos de Barcelona. Las horas pasaban y no llegaba la luz, y eso inquietaba a muchos.
Lo que parecía un problema local, poco a poco se extendió y afectó, no solo a gran parte de Cataluña, sino también a Castilla y Aragón. En total, fueron unos ocho millones de personas afectadas por una incidencia.
Afectó al 90% del mercado catalán, que necesitaba como el vivir ese suministro eléctrico que había dejado de existir en la región. El caos, la incertidumbre y el miedo se habían apoderado de los vecinos y, lo peor, la solución no estaba cerca.
Las causas de un fallo con un entramado político
A pesar de que llevaban una década de democracia, la sombra de la Transición seguía haciendo mella y había, de alguna forma, desconfianza en los líderes del momento.
Como durante tantos años había habido mucha opacidad, las noticias eran recibidas, a veces, con cierta incredulidad, y se tendía (aunque esto es tremendamente humano) a la conspiración.
La causa se sabría, pero no inmediatamente. Tras tres horas sin luz, noche cerrada en todas las ciudades y ni una luz, con el consecuente miedo que eso conlleva, el suministro empezó a reponerse. Las comunicaciones y servicios esenciales volvían, poco a poco, a funcionar.
El descontento y los daños causados eran evidentes, y, aun así, las autoridades apenas decían palabra. Y todo tenía que ver con la causa por la que había sucedido este tremendo apagón.

Fotografía de la situación este lunes, durante el apagón en Barcelona
Horas antes, la central eléctrica de Sentmenat, en Barcelona, había sufrido una explosión. El fallo provocó una enorme caída del suministro eléctrico que sumiría en la desesperación a millones de españoles.
Sin embargo, las autoridades del momento ocultaron la causa a la población. Y es que la Generalitat, en ese momento con la formación nacionalista Convergencia Democrática de Cataluña al frente, consideró no decir nada a los vecinos.
Entre 30 y 60 minutos después de producirse la avería, se tiene constancia de que la Generalitat conocía lo que había pasado, pero decidió no publicarlo. El director general de Energía de ese momento, no transmitió la información ni a sus superiores, ni mucho menos a la población.
Por su parte, el gobernador de Barcelona, Ferran Cardenal, del PSOE, estuvo 75 minutos sin divulgar las causas de lo ocurrido. Y ahí, entraron los problemas entre ambos partidos.
Porque el gobierno civil de Barcelona expedientaron a FECSA (Fuerzas Eléctricas de Cataluña) “por no haber informado de inmediato a la autoridad gubernativa de la avería sufrida el pasado 14 y que causó el corte de suministro eléctrico que afectó a los usuarios del servicio público de Cataluña y otras zonas de España”, como reportaba días después 'El País'.
Los tejemanejes entre los gobiernos y los dimes y diretes propiciaron un clima enfangado en Cataluña, sobre todo, y especialmente en los vecinos, que no terminaban de entender qué había ocurrido y por qué nadie les informaba.
Aunque el apagón del 28 de abril de este 2025 haya sido histórico y, quizá, el más recordado por los españoles en la historia, el de Barcelona de 1987 fue igual de caótico, y, sobre todo, de oscuro. Y no, nos referimos únicamente a la ausencia de luz.