El lugar de Madrid donde Goya vio los fusilamientos del 3 de mayo para pintar el cuadro: "Testigo de excepción"
El pintor fue un personaje fundamental para entender la Guerra de Independencia y su presencia en la capital durante estas fechas tuvo una repercusión histórica

Alberto Herrera conoce los pormenores de la Gusrra de Independencia con la historiadora Ana Velasco desde Puy de Fou
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En la madrugada del 3 de mayo de 1808, en lo alto de la Montaña del Príncipe Pío, las tropas napoleónicas ejecutaban a decenas de madrileños que se habían sublevado el día anterior. Entre las sombras, un hombre observaba la escena: Francisco de Goya, ya por entonces pintor consagrado, fue testigo directo de los fusilamientos. Aquel amanecer sombrío quedó grabado para siempre en su memoria… y en uno de los cuadros más sobrecogedores del arte universal.
El célebre óleo “Los fusilamientos del 3 de mayo” no nació de la imaginación, sino de los ojos de un testigo de excepción. Goya, que vivía en Madrid y había sido nombrado pintor de cámara por Carlos IV, no abandonó la ciudad durante el levantamiento popular contra los franceses, una decisión que le permitió vivir de cerca la brutal represión que siguió al heroico alzamiento del día anterior.

El dos de mayo de 1808 (La carga de los mamelucos) (El dos de mayo de 1808 en Madrid) 1814 Francisco Goya Pintura
Tal como explicó la historiadora Ana Velasco en una conversación con Alberto Herrera desde el parque histórico Puy du Fou España, “el 2 de mayo se levantó la ciudad y el 3 de mayo ha caído ya en manos de los franceses. O sea, que la cosa dura poco”. Pero ese breve episodio cambió para siempre la historia y la pintura. Goya se convirtió en el ojo que inmortalizó la tragedia, el dolor y la dignidad de un pueblo.
Entender la Guerra de Independencia
La importancia de Goya en la Guerra de la Independencia va mucho más allá de la pintura. Fue uno de los pocos artistas que documentó el conflicto desde dentro, sin héroes ni gloria, con una crudeza sin precedentes. Su serie de grabados “Los desastres de la guerra”, realizada años después, refleja las atrocidades sufridas por los civiles: violaciones, hambre, ejecuciones sumarias… imágenes que siguen impactando más de dos siglos después.
Durante el programa emitido desde Puy du Fou, Velasco y Herrera repasaron cómo se llegó al estallido de la guerra: las Abdicaciones de Bayona, la entrada de las tropas francesas con la excusa de pasar hacia Portugal y la creciente tensión en las calles de Madrid. “Los franceses están viviendo, conquistando el país, el reino”, afirmaba Velasco, subrayando la ocupación silenciosa que terminó en rebelión.

Madrid Jardines del Paseo del Pintor Rosales
Fue entonces cuando Goya, que conocía bien las calles de Madrid, se convirtió en el cronista de la verdad. Según los estudios históricos, el punto exacto desde el que presenció los fusilamientos fue una loma cerca de lo que hoy es la estación de Príncipe Pío, desde donde pudo ver con claridad los disparos en el campo. Aquella escena quedó plasmada en su cuadro, hoy conservado en el Museo del Prado.
testigo directo del horror
Como recordó Herrera, “es la primera derrota oficial de Napoleón en batalla”, en referencia a Bailén, pero la victoria moral de los madrileños el 2 y 3 de mayo fue la que encendió la mecha de la resistencia. Goya, lejos de alejarse de los acontecimientos, se mantuvo en Madrid, observando, escuchando, sufriendo y pintando. Fue uno más entre la población que padeció la violencia, y supo retratarla sin tapujos.
Hoy, caminar por el Paseo del Pintor Rosales y mirar hacia la colina del Príncipe Pío es revivir aquel instante de horror y valentía. Y entender por qué Francisco de Goya fue mucho más que un pintor de la corte: fue, como subraya Velasco, “la mirada que hizo eterna la dignidad de un pueblo ante la barbarie”.