La verdad no nos aleja de los otros
Escucha la Firma de José Luis Restán del miércoles 29 de mayo

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La cuestión de la verdad resulta especialmente incómoda (a veces, hasta desagradable) para la cultura mayoritaria en nuestro entorno, pero es una cuestión de la que, afortunadamente, la humanidad no puede desembarazarse, ya que, como decía nuestra María Zambrano, “la verdad es el alimento de la vida”. León XIV ha abordado este asunto en sus primeras intervenciones con sencillez y profundidad. Al hablar al Cuerpo Diplomático recordó que “no se pueden construir relaciones verdaderamente pacíficas, incluso dentro de la comunidad internacional, sin verdad”. Es algo que ya subrayó San Juan XXIII en su encíclica Pacem in Terris. La cuestión de la verdad estuvo también muy presente en el magisterio de san Juan Pablo II y, no digamos, en el de Benedicto XVI, con acentos propios. También Francisco dedicó un mensaje sobre las comunicaciones sociales a la cuestión de la verdad, que según decía, “tiene que ver con la vida entera, es aquello sobre lo que nos apoyamos para no caer”.
León XIV ha dicho que “la Iglesia no puede nunca eximirse de decir la verdad sobre el hombre y sobre el mundo”, usando incluso a un lenguaje franco que inicialmente puede suscitar alguna incomprensión. Inmediatamente añadió que “la verdad no se separa nunca de la caridad”. Después el Papa explicó una cuestión esencial: en la perspectiva cristiana, “la verdad no es la afirmación de principios abstractos y desencarnados, sino el encuentro con la persona misma de Cristo, que vive en la comunidad de los creyentes”. Por eso, añadió, la verdad no nos aleja de los otros, no nos hace enemigos del que piensa distinto, nos invita a profundizar en el encuentro, en el diálogo. La verdad solo se acoge en libertad, y solo se propone a la libertad de los otros. Sin verdad no es posible vivir, pero la verdad no es una piedra que arrojar, sino un bien que perseguir, junto a otros, de forma tenaz y paciente.