Descubren unas minas en bajo una ciudad de Sevilla del Imperio Romano que albergan un tesoro único en el mundo: "Durante milenios"
Esto es un ejemplo de biodiversidad urbana de enorme riqueza biológica que está escondida bajo las ciudades

Carlos Moreno 'El Pulpo' cuenta la historia positiva detrás del secreto que han encontrado bajo la ciudad de Carmona, en Sevilla, con José Enrique Peña, ambientólogo de la Sociedad de la Luz de Exploraciones Suterráneas
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Bajo la apacible ciudad de Carmona, en la provincia de Sevilla, un grupo de científicos ha descubierto un tesoro escondido desde hace más de dos mil años. No se trata de oro ni de mármol romano, sino de vida. Un pequeño crustáceo terrestre, desconocido hasta ahora, ha sido hallado en unas antiguas minas romanas subterráneas. El descubrimiento, liderado por los investigadores Álvaro Luna, Julio Cifuentes y José Enrique Peña, ha sacado a la luz una especie completamente nueva para la ciencia: Baeticoniscus carmonensis.
Estas galerías, conocidas como las minas de San Antón, son un entramado artificial de la época romana, y su interior se ha convertido en un ecosistema único en el mundo. “Esto es un ejemplo de biodiversidad urbana de enorme riqueza biológica que está escondida bajo las ciudades”, subrayó Carlos Moreno 'El Pulpo' en su programa Poniendo las Calles, donde compartió esta historia con su audiencia.

Calle tradicional de Carmona, un pueblo blanco de la provincia de Sevilla
El diminuto isópodo, blanco y sin pigmentación, mide apenas 2,5 milímetros y vive oculto entre madera podrida, a gran profundidad. Se trata de una especie que ha evolucionado de forma completamente aislada “durante milenios”, adaptándose a un entorno subterráneo y artificial que, hasta ahora, había permanecido completamente ignorado por la ciencia.
Vida escondida bajo nuestros pies
Para José Enrique Peña, ambientólogo de la Sociedad Andaluza de Exploraciones Subterráneas, el hallazgo “añade mucha información a un campo de la ciencia que está bastante poco estudiado”. El problema, explica, es que acceder a estas minas de agua no es fácil. “No cualquiera entra por ahí, o no con ese interés al menos, ¿no?, de un estudio científico”, señala.
La dificultad de acceso ha convertido estos lugares en refugios biológicos, y el hallazgo de este nuevo crustáceo no es una excepción. En las mismas galerías también se ha identificado otra especie exótica, la araña asiática Hawaia mogera, lo que refuerza la hipótesis de que bajo las ciudades podrían estar escondidos ecosistemas enteros por descubrir.
Los científicos ahora abren nuevas líneas de investigación para estudiar microorganismos, microplásticos y contaminantes en estas aguas subterráneas. “Se van a hacer estudios para también identificar un poco la calidad de las aguas y el tipo de nuevos contaminantes que pueden llegar hasta esas aguas subterráneas bajo la ciudad”, añade Peña.

Alcázar de la Puerta de Sevilla. La Ciudadela Puerta de Sevilla. Casco antiguo Carmona SevillaThe gate of Seville is an old access to
Este hallazgo sitúa a Carmona en el mapa mundial de la biología subterránea y plantea interrogantes sobre otros posibles santuarios ecológicos bajo entornos urbanos. Según el ambientólogo, la biodiversidad que aún se conserva en estas minas romanas es comparable, aunque distinta, a la que se observa en ambientes rurales. Y aunque “las fuentes de contaminación hoy en día están más repartidas y más dispersas”, todavía se pueden encontrar formas de vida únicas en el subsuelo urbano.
Un legado natural bajo las piedras de Roma
Las minas de agua romanas de Carmona, originadas hace aproximadamente dos mil años, podrían convertirse en un modelo de estudio global sobre la adaptación de la vida a espacios artificiales creados por el ser humano. El caso del Baeticoniscus carmonensis demuestra cómo la vida puede abrirse paso en los rincones más inesperados.
Este descubrimiento también pone el foco en la riqueza biológica que puede albergarse en estructuras construidas por civilizaciones antiguas. Carmona no solo conserva parte de la historia de Roma, sino que guarda, bajo sus pies, un legado natural que podría aportar claves fundamentales sobre la resiliencia ecológica en entornos urbanos.
Un caso como este demuestra que todavía quedan misterios por desvelar, incluso en lugares tan aparentemente conocidos como el corazón de una ciudad. Como dice Carlos Moreno, “esto nos demuestra que aún quedan ecosistemas vivos por descubrir”.