Aurora y Piedad recogen el Premio Bravo Especial a la comunicación de la caridad: "Sostener los corazones"
Las parroquias fueron auténticos hospitales de campaña, pero no solo de necesidades materiales, como ropa o comida. Funcionaron también como un refugio espiritual

Madrid - Publicado el - Actualizado
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Se han cumplido 7 meses de la Dana; y Valencia sigue reconstruyéndose gracias a la ayuda de voluntarios y sacerdotes que siguen al pie del cañón; como ya lo estuvieron en los primeros días, cuando se convirtieron en verdaderos comunicadores de la esperanza.
Las parroquias fueron auténticos hospitales de campaña, pero no solo de necesidades materiales, como ropa o comida para los que se habían quedado sin nada... Funcionaron también como un refugio espiritual para las personas que, lógicamente ante todo lo que tenían delante, perdían la esperanza. Sacerdotes que, vestidos con alzacuellos, no dudaban en remangarse y, pala en mano ayudar a despejar las calles. La gente que les veía así vestidos, corrían a pedir consuelo.

Y ese fue el gran reto de la Iglesia en la dana, ser sembradores de esperanza en un momento muy difícil. Hoy voluntarios y sacerdotes han recibido el “Premio Bravo Especial a la comunicación de la caridad”, precisamente por eso, por comunicar esperanza.
"ayudo sostener corazones"
Aurora Aranda, es directora de Cáritas Valencia. Caritas hizo un trabajo increíble esos días, recogiendo alimentos, ropa, material de desinfección, ayudaron en todo lo que se les pidió, también dando consuelo: “tuvimos que aprender a hacerlo, porque nadie estaba preparado para hacerlo”, cuenta Aurora que lo importante es que Cáritas ya estaba ahí de antes, no se aterrizó de nuevo: “por encima de todo lo material, era importante la presencia de las personas voluntarias”.

Lo que se vivió allí son gestos de amor cotidianos, con abrazos. A pesar del desastre, se vio a mucha gente volcada, cercanía en la distancia: “eso ayudo a sostener los corazones”.
En Mediodía COPE han hablado también con Piedad de la Torre, afectada y voluntaria con quien los del equipo estuvieron en la calle en los primeros días del desastre. Tras 7 meses se sigue emocionando: “sigo colaborando, hay mucho por hacer, pero estamos recogiendo los frutos del milagro, que es lo que la gente viene ahora a contarnos, el abrazo que dio la Iglesia casa por casa”.